Con Claudina, hoy

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Nuestra vocación…

“La historia de la salvación es una historia de sí …  una historia de ‘aquí estoy’. La vida cristiana es esto: un ‘aquí estoy’ continuo para hacer la voluntad del Señor.»
Homilía del Papa Francisco en Santa Marta, 24 de enero 2017

Queremos compartir nuestro ya que el “sí” que hemos dado cada una de las religiosas durante estos años se suman al sí inicial de Claudina y sus compañeras y nos hacen posible celebrar 200 años de vida.

Hna. Selma D’souza
Timor Este, Provincia de Puna
45 años

3 de febrero. ¡Qué gran día!  El recuerdo me lleva a la vida de una mujer sencilla, francesa, que vivió en el siglo pasado y que me movió interiormente. Lo que sucedió ese día es lo que sucede en la vida de los niños que van a la escuela.
Como alumna de la clase 8 en el Colegio Secundario  de St. Agnes, de Mumbai, mi dibujo y  mi poesía  se lucieron en el mural del Colegio el día de la fiesta de Santa Claudina  Thévenet, Fundadora de la Congregación de las Religiosas de Jesús-María. ¡Se pueden imaginar la alegría y el orgullo de una niña!…¡Eso era lo mío!…y junto con ello tuve la idea de que algún día, esta vida ordinaria, pero a la vez llena de inspiración,  podría también ser la mía.

Hna. María Cristina Ojeda RJM
México-Cuba
88 años

Me piden que en unas cuantas líneas escriba cuál fue el principio de mi vocación. Trataré de hacerlo y ojalá que estas líneas puedan servirles de algo.
Recuerdo que desde los 10 u 11 años me gustaba ir con mi abuela paterna al templo, a Misa o al Rosario y a las festividades que se hacían. Tuve la suerte o el regalo de Dios que desde el tercer año de primaria estuve estudiando en una escuela que atendían hermanas religiosas. Hice la primera comunión como a los 12 años y creo que desde entonces sentía, o más bien, me atraía ir a la iglesia a rezar, a estar ante el santísimo. Me daba mucho consuelo hacer los 15 minutos en compañía de Jesús Sacramentado.
Más o menos a los 13 o 14 años, con mi familia nos mudamos a Ciudad Juárez, Chihuahua y allí tuvimos la oportunidad de conocer a las religiosas de Jesús-María en la Academia Jesús and Mary donde mi hermana gemela y yo íbamos a estudiar la carrera comercial y clases de inglés. Un año solamente asistí a clases, no sé qué era lo que más me atraía de Jesús-María pero era feliz y me decía: aquí quiero venir para siempre. El apostolado de la oración, la congregación mariana y todo lo que viví en Jesús María me llenaba el corazón de gozo y alegría.
Para mis padres fue difícil aceptar esta realidad y ya no quisieron que siguiera estudiando para olvidar mis deseos de ser religiosa. Dejé la Academia y comencé a trabajar de ayudante en un laboratorio de análisis, allí estuve dos años hasta que mi padre me dio el permiso de entrar al Noviciado. Puedo decir que la Virgen fue quien hizo brotar en mí la chispa de la vocación en un 31 de mayo, fiesta de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Ese día le ofrecíamos la corona que formábamos con nuestro esfuerzo de todo el mes de mayo.
Un 12 de diciembre, fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, fue que mi papá me concedió el permiso y el 31 de mayo de 1945 mis padres me llevaron al convento… Puedo decir con verdad que soy feliz, que considero mi vida una lluvia de gracias y bendiciones para mí y para toda mi familia. El tiempo que aún me quede quiero vivirlo con gozo, con entusiasmo, dando gracias a Dios por tantos regalos de su Amor.

Hna. Nancy Arratia Larico RJM
Canadá-Perú
49 años

Mi nombre Nancy  Arratia Larico, tengo 49 años de edad y desde que tengo uso de razón he podido tener una relación cercana con nuestro Dios.
Hice todos mis estudios en un Colegio de religiosas de mi ciudad natal. El día de mi primera comunión tuve la experiencia de sentir a Jesús como EL AMIGO QUE NUNCA FALLA y que desde ese día él estuvo conmigo más presente.
Después de mi Confirmación, sentí el deseo de hacer conocer a Jesús a todos, especialmente a los más pequeños, experimenté su amor, su perdón, su predilección, su paz y su llamado. Y con la Eucaristía diaria se acentuaba mi deseo de consagrar mi vida a él.
Mi deseo de hacer conocer a Jesús me llevó a participar en diferentes grupos misioneros para ir a los lugares más pobres de mi ciudad, ahí descubría la ignorancia que tenían las personas de un Dios que los amaba y ello me motivó a compartir la experiencia de un Dios amor.

Hna. Anita Chiasson RJM
Canadá-Perú
77 años

El día de mi primera comunión, tenía siete años, el Señor me visitó.  Tuve una experiencia muy fuerte que marcó mi vida.  Al recibir la comunión me sentí llena de amor por Jesús.
En mi adolescencia  me gustaba ir a misa.  Vivía a tres kilómetros de la iglesia y caminaba todos los días esta distancia para poder recibir a Jesús.
Aunque tuve dos enamorados, sentía que no llenaban mi corazón.  Quería algo más profundo.  Eso es mi llamada a ser religiosa.
Un detalle un poco cómico; cada domingo había un bingo en mi parroquia (para pagar la construcción de nuestro templo).  Mi mamá me mandaba a participar. Yo iba al templo haciéndole una petición a Jesús: ¡ganar! Y cada vez, ganaba. Creo que el Señor se servía de eso para conquistarme.

Hna Felicitas Sulca Baldeón RJM
Canadá-Perú
55 años

Soy Felicita Sulca.
Viví mi infancia y mi adolescencia sin conocer a Dios. Le doy gracias porque me encontró y me mostró su amor y su infinita bondad.
Sentí la llamada del Señor durante la preparación para el Sacramento de la Confirmación. Esta llamada fue un proceso.
Al principio, nació en mí el deseo de pertenecer a un grupo Mariano para rezar a María el Santo Rosario, y el Señor me lo concedió. Luego nace otro deseo: ser catequista, para hacer conocer el amor de Jesús, ese amor que me había hecho gustar un día; y el Señor me lo dio.
Así iba creciendo mi gran amor a Jesús y a su Palabra. A finales del año 1987 sentí fuertemente la llamada del Señor a consagrar mi vida a Cristo para ser el reflejo de su amor. Quería entrar a una congregación religiosa, pero ninguna me convencía y cuando quería participar de sus encuentros algo me lo impedía. Conocí tres congregaciones, pero ninguna de ellas me atraía. Sin embargo, continué en esta búsqueda: dónde y cómo me quería el Señor.
Transcurrido algunos años, las Religiosas de Jesús-María llegaron a la parroquia en la que yo participaba como catequista.
Un día las hermanas me invitaron a un encuentro vocacional y participé. Así continué participando en muchos encuentros que realizaban. Lo que me más me atrajo de estos encuentros con las hermanas era su acogida, su sencillez y la disponibilidad que tenían para con los demás.
Después de ocho años de espera, el año 1995, entré con las Religiosas de Jesús- María. Cuando entré a la Congregación de Jesús-María, sentí una gran alegría y experimenté que Jesús me quería en esta Congregación.

Hna Raquel Romero Luque RJM
Canadá-Perú
38 años

Mi nombre es Raquel, soy peruana, tengo 38 años y desde muy joven soñaba en casarme, tener dos hijos y vivir en una casa pequeña. He participado en coro de jóvenes y de la Infancia Misionera. Allí, una amiga que estaba en búsqueda de entrar a una comunidad religiosa, me invitó a acompañarla a diferentes comunidades. En una de ellas, se necesitaba la recomendación de un sacerdote para poder visitarlas. Así que le dije al P. Alberto, sacerdote de la parroquia en la que participaba y el inmediatamente me dijo: “Ah, ¿así que quieres ser monjita?, yo conozco unas monjitas”.  Y por teléfono se comunicó en ese instante con la Hna. Nancy rjm. Yo no pensaba en la vida religiosa, así que cuando la hermana me preguntó si quería visitarlas, le iba a decir que no, pero el P. Alberto me dijo: “yo te llevo, no te preocupes”, bueno me dije.  Y desde entonces, llevo catorce años en la Congregación Jesús-María. Y mi amiga que quería ser religiosa al final terminó casándose.
Para mí, mi vocación es un misterio y bondad de Dios.

Hna. Luke D’Souza RJM
Vadodara
77 años

Las personas de Jesús y de María me atrajeron a la Congregación de Jesús-María. Desde niña en mi hogar y en el catecismo aprendí a quererlas. Me prometí a mí misma seguir a Jesús y María, segura de que Ellos me llevarían a Dios Padre. En el muro de enfrente de nuestra Iglesia, (anteriormente ésta era la Capilla de las RJM en “Parel”), había un monograma con las iniciales J y M y esto siempre me intrigaba y atraía. Fue mucho más tarde cuando me explicaron el significado intrínseco que tenía.
Con el tiempo, mi vocación se fue alimentando durante los días de retiro, con el acompañamiento de un Director Espiritual y con la formación que me daban mis padres y familia. Me eduqué en un colegio de los Jesuitas y la influencia ignaciana fue muy fuerte. Con frecuencia escuchaba hablar de todo esto y fui descubriendo muchas cosas, aprendí que A.M.D.G. quería decir, “A Mayor Gloria de Dios”. La primera Religiosa de Jesús-María que conocí fue la M. Pía Nazareth en Clare Road, Mumbai, ella me sugirió que las visitara en Pune, donde estaba el Noviciado. Así lo hice, también visitaba a otras hermanas: las “Medical Missionary Sisters”. Un día participé en una salida al campo con las Novicias de Jesús-María y me sentí impresionada al ver su alegría y sus sonrisas radiantes y decidí que en este lugar sería feliz y que en él entregaría mi vida a Jesús y a María.Fui educada en un Colegio Jesuita en Parel, nunca había conocido religiosas. Cuando era muy pequeña quería mucho a la Hna. Clare D’Souza RJM, que era mi prima y había entrado en la Congregación.

Reflexión y Experiencia:
Cuando sentí por primera vez la llamada del Señor, decidí mi vocación. Después vino el tiempo del Noviciado y Juniorado. Vivía con el deseo de agradar a Dios y de seguir las instrucciones de mis formadoras. El verdadero impacto de mi experiencia de Dios fue cuando hice mi primer retiro, donde aprendí a orar, que no es igual a decir oraciones vocalmente. Mi vida religiosa definitivamente tuvo un cambio. Me sentía inclinada a hacer la voluntad de Dios ayudada por las orientaciones de mis Superioras, la confesión semanal, la Lectura Espiritual, los tiempos de oración diarios, todo ello formó mi vida religiosa. Cada año espero con gozo el retiro anual. Conocí con profundidad a Santa Claudina en mi formación del Tercer Año, este fue el año de su Beatificación. El Carisma de Santa Claudina poco a poco ha crecido en mí. Mis Ejercicios de 30 días antes de mis Bodas de Oro han sido un hito que ha tenido un impacto profundo en mi vida. Para concluir, expreso que me siento contenta y feliz por el amor y la misericordia que el Señor ha tenido conmigo. A pesar de mis debilidades, Dios me está conduciendo a través de mis primeros amores: Jesús y María. Ellos siempre han sido mis compañeros durante toda mi vida. Recientemente, en los últimos años me siento atraída a la santísima Trinidad. Mi compromiso con Dios me impulsa cada mañana a comenzar el día. Quiero vivir para Él. Quiero vivir una relación íntima con Jesús que me ha llamado para dar fruto.

Influencia Ignaciana:
Ignacio me infunde grandes sueños… En mis primeros años iba por los poblados para la misión, visitar a las familias y con frecuencia para la celebración Eucarística con la gente. Las personas trabajaban con energía como labradores de la tierra y la mayoría de las chicas también trabajaban en el campo, eran encantadoras, sencillas y deseosas de aprender. Durante los meses que no tenían trabajo les dábamos clases y les ofrecíamos actividades educativas. En esos días eran bendecidos los matrimonios, después a la media noche o muy temprano por la mañana regresábamos para trabajar en el dispensario. Todo esto, en cierta manera, nos hacía sentirnos como uno de ellos. Y también experimenté un gran deseo del MAGIS.
Mi deseo para toda RJM durante este Año Bicentenario es que estemos llenas de celo apostólico, que nos mantengamos abiertas, alegres y cálidas en nuestras cualidades femeninas y que nos ESTIMULEMOS hacia el MAGIS.

María del Carmen Sanabria López NJM
México-Cuba
27 años

«Dios se hizo presente y me invitó a seguirlo»

Era una chica de 18 años, recién ingresada a la Normal de Especialización, con una relación de noviazgo estable, comprometida y enamorada. Para mí no había más futuro que formar un hogar. No podía ni siquiera imaginar algo distinto, sin embargo Dios irrumpió en mi vida, con mucho respeto, pidiendo mi consentimiento el cual yo le otorgué y estoy agradecida hasta el día de hoy por ello.
Considero que todo fue un camino, un proceso, un conjunto de sucesos y momentos donde Dios se manifestó invitándome a seguirlo, sin embargo la experiencia fundante que me llevó a interesarme por la vida religiosa fue la invitación a ir por primera vez a misiones. Cuando viví el retiro de preparación para esta experiencia, recuerdo que al comenzar la oración mostraron un video del carisma, misión y lugares donde Jesús-María se encontraba en el mundo. Sentí un vacío en mi estómago acompañado de un entusiasmo impresionante, me sentía llamada a ser presencia de esa bondad operante de Dios a través de la educación cristiana.
Comencé a buscar información, convivir con las hermanas de Jesús-María de una forma no comprometedora, deseando saber, pero a la vez no, estando sin estar por el miedo al que va a pensar mi familia, mis amigos. En ocasiones hasta yo sentía estar equivocada, pero mis sueños de “formar un hogar” se transformaron en deseos de “crear comunidad”.
Al tener mi primer encuentro con una de las comunidades religiosas me llené de ilusión al mirar en sus caras una gran sonrisa, compartiendo la vida, alegres, cercanas, unidas. Mi corazón se sintió en casa. Esa misma tarde en la capilla puse mi mano sobre la figura de Claudina y le dije: “Siento la llamada del Señor, si es aquí, en tu congregación, acompáñame en el camino para descubrirlo”.
Desde los 19 años empecé a participar de actividades que me sugería e invitaba mi acompañante espiritual, dejándolo todo para ir con Jesús, deseando conocerlo más y unir mis sueños con los suyos.
A lo largo del tiempo fui sintiendo las confirmaciones al llamado a la vida religiosa y una profunda experiencia de Dios. Impulsada por su gracia y acompañada de Claudina, di el “si” entrando a la congregación de las Religiosas de Jesús-María hace tres años. Hoy siendo novicia me siento completamente agradecida con Dios por tanto bien recibido y continúo pidiendo a Claudina me acompañe en el camino.

achu_2404@hotmail.com

Sr. Constance Bansode RJM.
Kendal, Pune, India
78 años

Cuando tenía solo 6 años, ya estaba en el Internado de St. Mary en Sangamner. Había sacerdotes y religiosas encargados de cuidar de la casa del Internado.  Se nos daba todo lo necesario y no nos faltaba nada, porque todo se nos daba con amor e interés.

Todas las internas vivían muy felices, recibiendo una Educación Cristiana en un ambiente de alegría y paz. Durante las clases de catecismo, leíamos y representábamos las vidas de los santos.  Esto me daba mucha felicidad y alegría, y yo quería ser como ellos.

Pasé mi niñez con y entre las Hermanas que fueron muy bondadosas, afectuosas y cuidaban muy bien de mí. Con mucha libertad podía acudir a ellas para compartir mi día y mis actividades.  Me escuchaban con confianza, con afecto materno, ponían la mano sobre mi frente y me bendecían con la señal de la Cruz, algo que me gustaba mucho. Siempre que las miraba me parecían personas santas, cerca de Dios.  Cuando rezaban podía sentir la presencia de Dios en ellas.

Siendo niña, nunca las vi pelearse unas con otras, enfadarse o que no se hablaran. De hecho, sentía y pensaba que ellas no cometían pecado. Como niña, esta era mi comprensión y lo que podía observar de ellas. En mi interior, yo deseaba ser como ellas, hacer el mismo trabajo que ellas hacían con los niños. Ese fue el tiempo en que sentí que Dios me llamaba para servir a su Pueblo y para entregarme totalmente a Él y a sus hijos.  Hasta ahora soy muy feliz con la vida que he elegido y continúo viviendo solo para Él.

Hna. Celina Segovia Sarlat rjm
México-Cuba
42 años

«Dios me cambió los planes, me ofreció unos mejores: ser Religiosa de Jesús-María«

Hace veinte años me sentía feliz porque había acertado en la elección de mi carrera y de novio. Me encontraba  a la mitad de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación y tenía una relación de pareja estable con quien quería pasar el resto de mi vida. En ese momento llevábamos año y medio de noviazgo. ¿Qué más necesitaba una joven universitaria? Las dos elecciones estaban hechas…  era cuestión de tiempo para formar una familia y ejercer la licenciatura. Pero Dios tenía otros planes para mí y yo no lo imaginaba.
Soy de la ciudad de Mérida, Yucatán, ubicada al sur de la república mexicana, en ese tiempo tuve la oportunidad de hacer un viaje universitario a la ciudad de México con toda mi generación y de ahí seguí al norte del país -a Ciudad Juárez- a una misión de Semana Santa, donde Dios me cambió los planes.
Aunque yo había participado en misiones, mientras estudiaba la preparatoria y desde pequeña escuché hablar de la pobreza en nuestro país, fue hasta ese momento que me dejé confrontar por la miseria y las múltiples exclusiones de las que eran víctimas las mujeres indígenas en nuestro país. Quizá el conocer de cerca historias concretas de marginación, falta de oportunidades, impunidad, abuso en niñas y adolescentes, fue lo que me interpeló.
Especialmente recuerdo a una pequeña de seis años: hija de una madre alcohólica, y hermana de una adolescente víctima de abuso de un profesor en la escuela de la comunidad… quien no fue castigado por abusar de niñas indígenas. En este contexto, la niña no podía ser cuidada ni por su madre, ni por su hermana… ella tenía que ingeniárselas para comer. Todos los días, la pequeña tomaba un autobús para ir al centro de la ciudad y pedir limosnas en la calle, comprar algo para comer con lo que había recibido y guardar dinero para regresar a su casa y al día siguiente vivir la misma triste realidad… esos rostros, esas historias… me tocaron el corazón. Una niña tendría que sentirse en el colegio segura, motivada para aprender; un maestro tendría que cuidar a sus alumnas, preocuparse por el aprendizaje, no aprovecharse de las niñas.
A partir de ese encuentro con esta pequeña, vinieron a mi cabeza y a mi corazón muchas preguntas, unas existenciales, otras involucrando a Dios, otras con relación a las mujeres, a los indígenas y a la educación… y finalmente… ¿y si entregaba mi vida siguiendo a Jesús…  si le regalaba a Dios mi vida…?  Yo creí que con el tiempo y al regresar a mi casa, con mi gente, con mi novio, en la universidad, en medio de mis actividades… todo esto se me olvidaría, pero al contrario seguía las dudas inquietándome: ¿y si le regalo mi vida a Dios…? ¿y si la vida religiosa fuera el medio para que otras mujeres tengan otra realidad, otra vida… vida en abundancia?
Fue a partir de esa experiencia que empezó mi búsqueda… seguir a Jesús pero ¿dónde?,  me atraía el  “modo de Santa Claudina Thévenet” su manera de relacionarse con Dios,  su forma sencilla, su deseo de desaparecer – es decir no querer ser protagonista, no le interesaba atraer los reflectores hacia ella- pero lo que conocía de Jesús-María como alumna, era la educación, y a mí la educación no me atraía, era comunicadora o estaba en proceso de serlo… otra vez  muchas preguntas salieron de mi corazón y de mi cabeza… y  tenía pocas respuestas.
Decidí ponerme en camino e hice lo que Jesús le sugirió a aquellos que le preguntaron: ¿maestro dónde vives?…  ven y lo verás (Cf.Jn 1,38-39).  Me acerqué a Jesús-María…  vine, miré… y aquí me quedé.  Descubrí que el modo de seguir a Jesús – misión, oración y vida comunitaria- era compatible conmigo. Me di cuenta a través del acompañamiento de hermanas, de sentirme en familia, cómoda, en mi casa,  que podía ser Celina en su mejor versión, me gustaba la forma de orar en comunidad y de ser comunidad para la misión, es decir, que reunidas podíamos hacer fuerza en la construcción del reino y que la educación es más que dar clases, es formar corazones, es acompañar en las búsquedas, es preocuparme por mis alumnas, quererlas… entre otras muchas cosas… Desde Jesús María soy comunicadora del amor de Dios, de su bondad.
Hacer conocer y amar a Jesús y a María a través de la formación de mujeres que sean solidarias con otras mujeres, capaces de transformar realidades de otras, me llena de Vida. Compartir la vida con mujeres indígenas escucharlas, compartir mi fe con ellas me enriquece. Crear puentes entre chicas de la ciudad y mujeres del campo donde cada una comparte lo que es y se deja enriquecer por las otras, me hace crecer en esperanza.
Por eso digo después de veinte años,  jamás  imaginé que pudiera ser tan feliz entregando mi vida con Él, y por Él. Tuve que pasar por miedos, preguntas, incertidumbre, para descubrir mi vocación, sin embargo, eso no se compara con lo que he recibido de Él, a lo largo de estos años de vida religiosa en contacto con alumnas, misioneras, monitoras del MEJ, indígenas y hermanas de la congregación.
Dios me cambió los planes y se lo agradezco. Ser Religiosa de Jesús María ha sido un regalo y una bendición en mi vida
¿Te animas a  qué Dios te cambie  los planes? Atrévete a buscar tu camino con Él.

Hna. Jyostna Kedari RJM
Kendal, Pune, India
72 años

Mi mamá murió cuando yo era niña. Papá tenía mucha pena y se preguntaba cómo iba a poder cuidar de sus dos pequeñas hijas, mi hermana y yo.

En esos días, llegó un nuevo párroco a la Misión de Kendal, un sacerdote jesuita. Mi papá se alegró mucho al conocerlo, le habló de sus hijas, de que mamá había muerto y le preguntó ¿qué podía hacer por nosotras? Él le recomendó que nos enviara al Internado… y allí comenzó la historia de mi vocación.

Mi experiencia en el Internado fue ¡única! Crecí en un ambiente espiritual, con misa diaria, rezo del Rosario, oración por las mañanas y por las noches… Las mayores cuidaban mucho de mí porque yo era las más pequeña de todas, ¡esto me hacía feliz!

En el año 1958, cuando tenía 13 años, llegaron a Kendal las Religiosas de Jesús-María, todas estábamos muy contentas de darles la Bienvenida. Una de ellas, M. Providencia, fue mi acompañante espiritual y me ayudó a madurar mi vocación.

Como en Kendal no había escuela secundaria, mi hermano mayor, Joseph, me invitó a ir a la ciudad de Pune a continuar mi educación. Allí conocí al hno. Vidmer sj y luego al P. Nuener sj, que me llevó nuevamente a Jesús-María. Estoy muy agradecida a mi Congregación.

Hna. Louisa Adhav RJM
Kendal, Pune, India
42 años

En mi familia, mis abuelos y mis padres eran muy piadosos. Regularmente iban a la Iglesia y diariamente recitaban el Rosario. Desde mis 8 años de edad, deseaba ser Religiosa. Cuando veía a las Hermanas en la Iglesia o cuando ellas venían a casa a visitar a mi familia, sentía intensamente el deseo de ser como ellas. Mientras crecía, a veces sentía que yo no sería capaz, que no podría vivir una vida como la de ellas, una vida de sacrificio. 
Durante mis años de estudio en la Universidad, religiosas de diferentes Congregaciones acostumbraban visitar a mi familia. Ellas deseaban que yo me fuera con ellas.  Por mi parte, también visité varias congregaciones, pero no me sentí atraída a ninguna de ellas. Las Hermanas Magdalena Sansare, Tara Ohol, Goretti Coutinho y muchas otras hermanas de Jesús-María visitaron mi familia.  De hecho, ellas pensaban que mi hermana mayor quería ser religiosa, pero eso no sucedió.
Yo pensaba hacerme Religiosa después de mi graduación, pero no estaba muy segura en qué Congregación entrar. Cuando me gradué sentí fuertemente que Dios me llamaba para servirlo a Él y a su Pueblo. Una de las veces en que las hermanas Magdalena Sansare y Tara Ohol visitaron mi familia, yo expresé mi deseo de hacerme Religiosa de Jesús-María. 

Cuando visité a las Hermanas en la Casa Provincial, Boat Club Road, Pune, sentí profundamente que ésta era mi casa y que era aquí donde Dios me llamaba y que ésta era la Congregación que Él había elegido para mí. En verdad, ese fue un momento de una gran alegría para mí, tanto que no puedo expresarlo con palabras. Ahora me siento muy agradecida a Dios por haberme llamado a ser Religiosa en esta Congregación de Jesús-María.