Quiénes somos

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Historia

Claudina Thévenet nace en Lyon, Francia, el 30 de marzo de 1774. Tras vivir las duras experiencias de la Revolución Francesa y el fusilamiento de dos de sus hermanos, comprende que lo que el mundo necesita, urgentemente, es descubrir la existencia de un Dios bueno que quiere sin condiciones a los hombres. Esa es su experiencia personal y el legado que le dejaron sus dos hermanos antes de morir: “Perdona como nosotros perdonados”. Este momento marca un rumbo decisivo a su vida. Tiene 19 años. Ya antes de terminar la guerra, inicia un apostolado clandestino, defendiendo, junto con otras jóvenes, la fe de Cristo y su mensaje evangélico. No le dejan tampoco indiferente las palabras de sus hermanos.

Claudina responderá a las llamadas que le vienen de estas necesidades. Dedica todo su interés a los niños y los jóvenes que viven abandonados y en la ignorancia religiosa. Un día, acoge a dos huérfanas abandonadas en el pórtico de la Parroquia de San Nezier.

En ese momento, con la colaboración de compañeras jóvenes, nace una primera Providencia que recibirá el nombre de Providencia del Sagrado Corazón

Santa Claudina Thévenet
(Madre María de San Ignacio)
Fundadora de la Congregaciónde las Religiosas de Jesús-María

Santa Claudina

Nacimiento: 30 de marzo de 1774 – Lyon, Francia
Fundación de la Congregación: 6 de octubre de 1818
Profesión Religiosa: 25 de febrero de 1823
Muerte: 3 de febrero de 1837 – Lyon, Francia
Últimas Palabras: «¡Qué bueno es Dios!»
Beatificación: 4 de octubre de 1981 – Roma, Italia
Canonización: 21 de marzo de 1993 – Roma, Italia

Nacida en Lyon en una familia de comerciantes en seda, recibió una cuidadosa educación. Muy joven aún, Glady, como se la llama familiarmente, se convierte en el “àngel del hogar”. Los sufrimientos no le faltarán: conce los horrores de la Revolución francesa, ve morir a dos de sus hermanos, asesinados cruelmente. Busca entonces en los Corazones de Jesús y de María el valor para responder a una de las llamadas mas exigentes de su vida: “Perdona, Glady, como nosotros perdonamos”.

Su compasivo corazón se conmueve ante las miserias que ha dejado la Revolución. Son, sobre todo, los niños y los jóvenes abando­nados y quienes viven en la ignorancia religiosa el principal objeto de su interés. Claudina responderá a las llamadas que le vienen de estas necesidades, fundándo una Providencia con la colaboración de sus jóvenes compañeras reunidas en la Asociación del Sagrado Corazón.

Su pedagogía se basa en el amor, en la bondad y en la prevención.

Claudina ha vivido la experiencia de Dios, se ha entregado totalmente a Él y, confiada, se lanza a una aventura que alcanza la máxima intensidad en sus últimas palabras : “¡Qué bueno es Dios!”

Fundación

Su principal objetivo es la educación de los niños y de los jóvenes, con una clara preferencia por los más desfavorecidos. Su pedagogía se basa en el amor, en la bondad, en la atención a cada persona y en el espíritu de familia. El 3 de febrero de 1837, un viernes, a las tres de la tarde, muere en la casa de Fourvière. Claudina había tenido una experiencia de Dios, se dio totalmente a Él. Sus últimas palabras: “Qué bueno es Dios” indican el talante de esta gran mujer que se dejó guiar por el Espíritu Santo.